martes, 20 de enero de 2009

See you in hell


¡Adiós, hijo de la grandísima puta!

No tenía el día conciliador, yo hoy.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues no te creas, Fet, yo creo que has estado muy comedido.

José Segura Sola dijo...

Te imaginas que la hubiera palmao con la dichosa galleta??

Queralt. dijo...

Idem... a todo... idem...
Nunca, pero nunca (bueno, cuando se fue ansar también), me había alegrado tanto de perder de vista a alguien (léanse gritando las mismas palabras que dan título a esta entrada tuya)... cuando ví cómo el helicóptero se elevaba rumbo al olvido, casi lloro.
Ahora queda la realidad, chunga, pero hay esperanza.

Queralt.

Fet dijo...

¿Dick Cheney de presidente?
Duro me lo fiais...

Premaswarupa dijo...

A mi me alegra muchísimo tambien...
Pero Tío, mejor deséale el cielo, supuestamente nosotros vamos al infierno, nos lo vamos a encontrar alli tambien?
Dime que no, por favor...

:(

En serio, por favor...

Anónimo dijo...

Precisamente el que Cheney haya desaparecido es lo mejor del final de la época de Bush 2

Gracchus Babeuf dijo...

¡Qué listos son los osos!

Anónimo dijo...

Bueno... hoy es el primer día del resto de nuestra vida.
Esperemos que no nos falle, aun me escuece el recuerdo de Blair.

Sota dijo...

'Culpa tendrán las putas y sus familias, coño...

PePe dijo...

No fuera malo que acabara sus días llenando la panza de un grizzly. Lenta y dolorosamente, of course.

Victoria dijo...

Pobrecico, hombre, con todo lo que ha hecho él por América. Por las empresas petroleras, armamentísticas, financieras. Un hombre amigo de sus amigos, que nunca ha dudado en invadir un país si era necesario para darle un gusto a un colega.

Cómo sóis.

Anónimo dijo...

Te quedas corto, Tito Fet. Lástima que el elicotero no se estrellase contra el obelisco y acabase empalado. Es lo menos que se merece ese puto genocida.

Tony Montana dijo...

Una mierda que se va por la taza del WC en dirección a las alcantarillas, felizmente. A cambio, llega otro tío a ocupar su puesto y del que podemos esperarnos grandes logros; pero ojo, no lo idolatremos, que no es el mesías. Crear la expectativa infinita de un hecho o persona sólo logra que no alcanzar la utopía sea un fracaso, aun cuando los resultados sean objetivamente cojonudos.