Ángel

Otro ángel con las alas cortadas. Otra oleada de necedades que nos arrastrará hasta que su mirada limpia abandone las páginas de sucesos.
La rueda de la miseria ha echado a andar. Los que hacen que esa rueda siga en perpetuo movimiento sintonizarán sus canales de coprofagia favoritos para ver como los opinadores de la mezquindad se revuelcan en la más vil de las inmundicias. Ha llegado el momento de desvelar que el malnacido asesino tenía el San Andreas, jugaba al rol, escuchaba a Marilyn Manson o se había descargado “ilegalmente” las dos primeras temporadas de Dexter. Ha llegado el momento de culpar a la parte por el todo, de lamentarse de la deriva de esta sociedad olvidando que Caín ha estado siempre presente, sin necesidad de literatura, cine o videojuegos. De obviar, en fin, que el único que empuñó el arma fue un descerebrado montón de detritus con aspecto humano al que deseo un verdadero infierno en vida por haberte arrebatado la posibilidad de volar.
Y los asnos que hacen girar la noria de la putrefacción babearán ante su pantalla de plasma comprada a crédito. Rebosarán de esos argumentos falaces que emplearán en sus charlas de taberna, mercado o prostíbulo, donde sus iguales asentirán plenos de convicción adquirida en las mismas fuentes, 100 herzios o alta definición.
Yo no buscaré razones, puesto que ninguna hay que justifique lo que te ha ocurrido, lo que ocurre a miles de vosotros a diario, en este y otros mundos adjetivables por ordenación.
Feliz transmigración, ángel.