¿Crucifixión? Salga por esa puerta a la derecha, una cruz por persona

Habiendo carpetazos y puñaladas en Madrid, sastres parlanchines en Valencia, corrupción generalizada, coyundas antinaturales en Euskadi y reposiciones de la cansina, meliflua e insoportable “Cuéntame” en Paramount, entiendo que esta entrada no esté de candente actualidad, pero como el blog es mío y me lo follo cuando quiero, hoy voy a hablar de los puñeteros crucifijos en las aulas. CORO: - ¡Por qué? FET: - Porque me rota. Y es que parece que siempre envían a los subnormedios de comunicación a defender las posturas progresistas a personal que tiene menos sangre que un pollo de Carrefour; pusilánimes, lentos de reflejos y con menos argumentario que un episodio de Pocoyó. Describo la escena: A un lado del ring, el profesor José López, partidario de una escuela laica, al otro lado, el señor José López –no son nombres reales, dilecto/a lector/a, aunque suponemos que tal extremo ya habrá sido deducido dada la natural perspicacia de los transeúntes de esta bitácora-, representante de los señores con falda adictos al crucifijo en la educación. Tras la exposición de los consabidos argumentos por parte de ambos contendientes y el intercambio de golpes habitual, el cristravestí pilla al tontiprogre a la contra. Es un golpe flojito, casi como un eructo de grillo, pero el representante giliprogre se tambalea antes de caer noqueado: SEÑOR DISFRAZADO DE CUERVO: - Muy bien. Así que, dado que el crucifijo en las aulas ofende a alumnos de diversas confesiones o sin confesión alguna, debemos retirarlo, ¿no es así? GILIPROGRE: - Es lo justo. Hay que respetar todas las sensibilidades. SDDC: - Vale. Y dado que a los musulmanes el cerdo les parece insultante, ¿cerramos todas las carnicerías? GP: - Estooo… Humm… Yo… Como les cuento. Victoria por K.O. con tamaña sandez. En mi mente oía el sonido de los gritos victoriosos de la bordercarcunda: “¡Incontestable! ¡Semos los mejores! ¡Cruces a tutiplén para todos!¡Viva Cristo Rey!” En dos décimas de segundo, cualquier mente con un CI superior a 70, podría haber refutado aquella memez, desarbolando la defensa del cleroinómano y venciendo claramente el combate. Un ejemplo: - Las carnicerías no son espacios de entrada obligatoria, señor mío. Los centros escolares, por lo que yo sé, sí. La asistencia a la escuela es obligatoria independientemente del credo de los alumnos. O bien, optando por el chascarrillo: - ¿Está usted sugiriendo que debemos sustituir los crucifijos por cabezas de ganado porcino en las aulas? Porque creo que tampoco estaría bien. Dado que un musulmán no tiene por qué entrar en una carnicería si no quiere, pero sí está obligado por nuestras leyes a acudir a una escuela, la única forma de ofensa impepinable sería la ubicación de marranos en los centros escolares. Llevar las gónadas colganderas debe haberle reblandecido el córtex. Pero no, eso no ocurrió. Una vez más me revolví en el desvencijado asiento del volvo, mordiéndome los nudillos y rumiando mi impotencia. Para variar.