La obesa señora observa ensimismada al bebé. Sentada en el banco, es la típica yaya que ejerce de aya porque sus hijos bla bla bla y bla...
Sin perder de vista al pequeño que está sentado en su cochecito, saca del bolso una palmera de azúcar. El bebé la mira, curioso y alegre ante el dulce momento que se avecina.Con cuidado, la anciana retira el envoltorio de plástico, contempla la gollería y la devora en un par de ansiosos mordiscos ante la atónita mirada del chiquillo.
Me río.***************************************
Llevo viendo este puto paquete desde que tengo memoria. Y desde que tengo memoria, este puto paquete siempre ha perdido azúcar. España avanza al ritmo de azucarera española.
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Me voy de vacaciones. Nos vemos en unos días. Espero.