"No la llaman Casa Blanca por el color de la pintura"

Así creía dinamitar el doctor House las esperanzas de un candidato negro al que trataba en un episodio de la famosa serie. La respuesta de su paciente venía a ser del tipo: "Ganar no es siempre el objetivo".
Hoy Obama se va a llevar de calle las elecciones yanquis, en contra de mis pronósticos de hace unos meses. Al fin dejarán de bombardearnos con información sobre el plebiscito usaca; al fin desalojarán al oligofrénico Dubya de la residencia presidencial.
Entre las muchas muestras de estupidez humana que se han dado a lo largo de estos dos años, me quedo con una. Paradigma del fanatismo radical, de la estupidez integral, de la incapacidad supina.
Ashley Todd, una estudiante de 20 años que trabajó para captar el voto universitario en el Comité Nacional Republicano, saltó hace unos días a las portadas de los periódicos y portales de los USA denunciando que un joven negro la había asaltado robándole 60 dólares en un cajero automático y que le había grabado con una navaja la "B" de Barack Obama mientras le decía: "Te voy a dar una lección por apoyar a McCain". La muchacha aseguraba que el agresor había visto una pegatina a favor del republicano que llevaba en su coche.
Hasta ahí todo perfecto, la cosa podía haber funcionado durante unos días e incluso llevar algún votante a las urnas para detener la deriva criminal-marxista a la que Obama aboca a los States.

El problema fue que, al autolesionarse ante el espejo, nuestra heroína se tatuó la B al revés. "La próxima vez me haré una O", confesó a sus amigas.