viernes, 30 de abril de 2010

Modelos conductuales patrios o de cómo se entiende que Pedro J., Losantos, Vidal y Moa puedan tener seguidores

Muchos la recordarán, otros habrán oído hablar de ella y alguno ni siquiera habría nacido. Y ninguno de ellos visita este blog.

Pero en fin, a lo que íbamos. Corría el año 1980, RTVE, Nippon Animation y BRB, parían una serie basada en las andanzas infantiles de un héroe patrio al que todo español de bien que se precie de serlo querría parecerse: bajito, moreno zaino, unicejo, xenófobo, cornudo y apestado. El Cid Campeador. La serie se titulaba Ruy, el pequeño Cid.
Estudiando la sintonía de aquella serie que iluminaba las tardes dominicales de multitud de niños, hogaño cuarentones adictos a El Mundo, la COPE, Onda Cero, Intereconomía y demás finas hierbas, uno entiende que hayan acabado ejerciendo las dignas labores de taxista, afilador o empleado de gasolinera.

Y ustedes vosotras dirán: ¿Tienes algo acaso contra los taxistas, afiladores o empleados de gasolinera?
Y yo responderé: Sí.

En fin, divago.
Dejemos que la música... mejor la letra, transcrita bajo el vídeo, que suena como el orto, explique nuestra tesis acerca del brote de imbecilidad patológica aguda del cuarentón liberal español de principios del XXI. Permítanme, no obstante que haga alguna pequeña anotación al margen.
Gracias.



Corre veloz, todos le siguen detrás,
Quieren hacerle estudiar, él sólo quiere luchar.
Quiere ser Ruy, pequeño Cid,
Ruy, pequeño Cid.

Su corazón es grande como su fe,
Y su amistad siempre fiel, todos desean tener.
Quiere ser Ruy, pequeño Cid,
Ruy, pequeño Cid.

Es libre y soñador, sus libros nunca quiere abrir,
Él va a participar en un torneo medieval.
Corriendo con su burra ya soñando guerras va,
El monasterio quedó atrás (Hombre, que se alegre de dejar el monasterio es normal, ser la única carne fresca en una cueva de pederastas es excesivo hasta para un especimen de nulidad intelectual como el que nos ocupa), ya nadie le hará estudiar.
Sueña vencer los enemigos del rey, (monárquico, régimen hoy día desacreditado en sectores de ambiente -liberal- pero que añadía un plus de romanticismo moral al asunto)
Y con su espada y su ley no le podrán detener.
Quiere ser Ruy, pequeño Cid,
Ruy, pequeño Cid.

Ruy, pequeño Cid,
Ruy, pequeño Cid...

Así que el ídolo de la niñez -entendemos que modelo de valores a transmitir por quiénes programaron su emisión en el ente público- de nuestros amiguetes era un iletrado fascista y asesino en masa en potencia. A lo mejor queríamos que nos saliesen progres.

miércoles, 28 de abril de 2010

¿Te das cuenta, querido imbécil...

... de que mientras atacas a quien presuntamente roba 100...
... das tu voto a quien roba 100.000?

martes, 27 de abril de 2010

Transición modélica

En una de los muchos momentos sublimes de la cuarta temporada de Dexter, Trinity, el psicópata interpretado magistralmente por John Lithgow, empuja a una de sus víctimas al vacío. Ni siquiera la toca. Sólo necesita pulsar las notas adecuadas de la partitura del miedo para que la desdichada mujer salte.


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lunes, 26 de abril de 2010

¿Doble rasero? Jeta de hormigón armado


¿Libertad de expresión? Depende de quién. El portavoz del Consejo General del Poder Judicial no dijo nada durante más de un lustro mientras se lanzaban -día tras día- acusaciones gravísimas contra jueces y fiscales. Centrales y en portada de prensa poco escrupulosa y radio episcopal. No abrieron la boca cuando el PP llenó autobuses de jubilados para corear esas consignas en las sabatinas tardes madrileñas. Estos señores, que pían porque un día nos echamos a la calle unos miles de personas, no dijeron ni este pico es mío mientras jueves once tras jueves once, un montón de jubilados ociosos que compraban su viagra por internet y así acabaron conociendo el garito digital de Losantos, se concentraban en ciudades de toda España a poner en entredicho no únicamente a la cúpula del Poder Judicial, sino a la totalidad del mismo, a los FCSE y a un elevado porcentaje de españoles, convenientemente amplificados por el altavoz mediático de Pedro J. Ramírez. La España eterna puede expresar su odio sin reprobación.
El sábado fuimos exquisitos en actitud y exigencia, aunque parezcamos no estar bien vistos.
Pues nos gusta molestarles, señores del CGPJ. Indica a las claras donde está cada uno.
Me gusta saber donde estoy.

Tontos de los cojones


Estos se han escapado de lo del Evil Bert. Y se les está yendo la cosa de las manos.
Son pueriles y malos -nefastos- políticos, si acaso no tan malos como la ejecutiva de Aznar, pero casi. Han abonado en extremo la semilla del fascismo y la cosecha puede explotarles en toda la cara. Han creado un monstruo y no saben como manejarlo -coño va a saber, tamaña banda de gaznápiros-. Por ahora creen que cuanto peor, mejor; pero no tienen ni puta idea del alcance de la que están liando.
En este momento, si Aznar se presenta a las elecciones con un partido lepeniano, le quita siete millones de votos al PP (rebosa el carisma que fascina a la derecha, de ahí que sus representantes en el mundo de las artes -y las letras en particular- sean quienes todos conocemos) y se sitúa segunda fuerza en las Cortes. Pues no sé si Josemari lo hará o no -anímate, tío, muéstrate como eres, clamavit-, pero si eclosiona algún führercillo capaz de aglutinar a todos los mermados consumidores de Intereconomías y Antenas 3 varias, se os lo lleva de calle, peperastas.
Vosotros veréis.

Criterios estéticos de la españolidad

"La tarde fue un tostón. Es como si el antiguo lunes ‘de resaca’ se hubiese adelantado al sábado de farolillos. Con un cartel de corte más populista y un público más festivo y festivalero, no llegó la conjunción más que en momentos aislados, protagonizados, fundamentalmente, por Navegante.
El de De Santiago fue el único que animó la tarde. A su torero lo obsequió con una larga y un saludo espectacular que puso la gente a favor de obra. Y dejó llegar mucho al diestro, que se arrimó hasta ponerse a huevo. El tercio fue más de mérito que de buena ejecución, porque el asta no entró con fineza.
Hasta ese momento, el madrileño había hecho cosas buenas. Navegante lo vio y lo citó en los medios de lejos. Se vino el torero como una flecha pero al primer muletazo ya estaba metiéndose por dentro, marcando paquete. Le salió genio al diestro, que tuvo correa y no fue prueba fácil. Sin embargo, Navegante, con mucho oficio, lo tapó sobremanera, supo llevarlo y navegó sin problemas. La estocada sólo penetró quince centímetros y tres trayectorias interesando la femoral, la safena y la ilíaca. No hubo descabello."


Por lo visto, ver a un señor vestido de ceñida lagarterana marcando paquete mientras con una manta rosa y una espada se enfrenta a un animal al que tortura hasta la extenuación y posteriormente sacrifica, es un espectáculo que merece la pena para muchos de mis compatriotas y no tanto.

Aderezado, todo ello, con los sonidos de bandas cazurras interpretando la que probablemente sea una de las variantes folklóricas más horteras conocidas: el pasodoble.

Me cuesta imaginar un espectáculo más gratificante. Y soy fanático del gore.

domingo, 25 de abril de 2010

El libro gordo

Bien

Mal

Legitimidad

Imagen publico.es

Ayer, viendo fotografías de los actos, me quedé un buen rato contemplando la imagen de un hombre que llevaba un pañuelo con los colores de la republicana al cuello.

Se me vino a la mente la palabra “legitimidad”. Ellos, los pocos que sobrevivieron a la guerra, las purgas y el posterior lavado de cerebro, son los representantes de lo que deberíamos ser. De un hermoso momento histórico en el que el pueblo de este país decidió el modelo de sociedad que quería. En el que cabía desde Falange hasta el PCE.
Después volví al presente, a esta Marina D’Or decretada por el dictador. A la bandera que representa a los violentos y a los intolerantes, al reyezuelo que nos impuso el déspota, el himno del régimen. A esta farsa de democracia impostada donde los justos ocupan el banquillo y los violentos sonríen mientras sus amos, con los caudales en paraíso fiscal, les acarician el lomo.
Y siento asco y vergüenza.